viernes, abril 04, 2014

Semblanza de Humano

Ese es el titulo de un capítulo de El Elogio de la Madrastra. un relato erótico del escritor peruano Mario Vargas Llosa y que reproduzco a continuación. En el desarrolla una historia a partir la contemplación de un cuadro, como se hace en varias partes del libro, en este caso se trata de Cabeza de Francis Bacon en el que se ve una cabeza humana deformada y que también reproduzco.

En este pasaje un personaje con múltiples deformidades describe los diversos aspectos de su vida incluida su sexualidad. El escrito me ha impactado de tal manera que he querido compartirlo con todos vosotros, incluso con las personas no comparten  mi interés por la sexualidad en las personas con  discapacidad. El  autor hace gala de una fuerza narradora abrumadora,  es crudo, desgarrado, e incluso grotesco, y no se tiene porque corresponder con la realidad de una persona real con una discapacidad, de hecho estoy seguro que en la mayoría de los casos no lo hace, pero a nivel de sensaciones, de cómo uno se siente por dentro y cómo se siente percibido, por las personas de su entorno me ha impactado de manera brutal, y como el mismo dice al final, de alguna manera me he reconocido.

Dos cosas, no pretendo ofender a ninguna persona ni sugiero que necesariamente nadie se tenga que sentirse identificado con el texto. La segunda es que el escrito es tremendamente explicito, sin que el autor parezca que se haya auto impuesto ningún tipo de censura, por lo que no es una lectura recomendable para gente muy sensible.

El Elógio de la Madrastra esta publicado en 1988 por la colección La Sonrisa Vertical.

Semblanza de Humano

Mario Vargas Llosa

Perdí la oreja izquierda de un mordisco, peleando con otro humano, creo. Pero,
por la delgada ranura que quedo, oigo claramente los ruidos del mundo.
También veo las cosas, aunque al sesgo y con dificultad. Pues, aunque al
primer golpe de vista no lo parezca, esa protuberancia azulina, a la izquierda
de mi boca, es un ojo. Que este allí, funcionando, capturando las formas y los
colores, es un prodigio de la ciencia medica, un testimonio del progreso
extraordinario que caracteriza al tiempo en que vivimos. Yo debía de estar
condenado a perpetua oscuridad, desde el gran incendio –no recuerdo si
provocado por un bombardeo o un atentado– en el que todos los sobrevivientes
quedaron privados de la vista y el pelo, a causa de los óxidos. Tuve la suerte
de perder solo un ojo; el otro fue salvado por los oftalmológicos luego de
dieciséis intervenciones. Carece de parpados y lagrimea con frecuencia, pero
me permite distraerme viendo la televisión, y, sobre todo, detectar
rápidamente la aparición del enemigo. El cubo de vidrio donde estoy es mi
casa. Veo a través de sus paredes pero nadie puede verme desde el exterior:
un sistema muy conveniente para la seguridad del hogar, en esta época de
tremendas asechanzas. Los vidrios de mi morada son, claro esta, antibalas,
antigermenes, antirradiaciones e insonoros. Están siempre perfumados con un
olor a sobaco y almizcle que a mi –ya se que solo a mi– me deleita. Tengo un
olfato muy desarrollado y es por la nariz por donde mas gozo y sufro. .Debo
llamar nariz a este órgano membranoso y gigante que registra todos los olores,
aun los mas sutiles? Me refiero al bulto grisáceo, con costras blancas, que
empieza a la altura de mi boca y baja, creciendo, hasta mi cuello de toro. No,
no es la hinchazón del bocio ni una manzana de Adán inflada por la
acromegalia. Es mi nariz. Se que no es bella ni util, pues su excesiva
sensibilidad la torna un indescriptible tormento cuando se pudre una rata en la
vecindad o pasan materias fétidas por las cañerías que atraviesan mi hogar.
Aun asi, yo la venero y a veces pienso que mi nariz es el aposento de mi alma. No tengo brazos ni piernas pero mis cuatro muñones están bien cicatrizados y
endurecidos, de modo que puedo desplazarme por la tierra con facilidad y aun
a la carrera si hace falta. Mis enemigos no han logrado darme alcance hasta
ahora en ninguna de las persecuciones. .Como perdí las manos y los pies? Un
accidente de trabajo, tal vez; o, acaso, un medicamento que engullo mi madre
para tener un embarazo benigno (la ciencia no acierta en todos los casos, por
desgracia). Mi sexo esta intacto. Puedo hacer el amor a condición de que el
mozalbete o la hembra que hace de partenaire me permita acomodarme de tal
manera que mis forúnculos no rocen su cuerpo, pues si revientan mana de
ellos el pus hediondo y padezco dolores atroces. Me gusta fornicar y, en cierto
sentido, diría que soy un voluptuoso. Es verdad que a menudo experimento
fiascos o la humillante eyaculación precoz. Pero, otras veces, tengo orgasmos
prolongados y repetidos que me dan la sensación de ser aéreo y radiante como
el arcángel Gabriel. La repugnancia que inspiro a mis amantes se toca en
atracción, e incluso en delirio, una vez que –con ayuda del alcohol o la droga
casi siempre– vencen la prevención inicial y aceptan trenzarse conmigo sobre
una cama. Las mujeres llegan a amarme, incluso, y los chicos a enviciarse con
mi fealdad. En el fondo de su alma, a la bella la fascino siempre la bestia, como
recuerdan tantas fabulas y mitologías, y es raro que en el corazón de un
apuesto jovenzuelo no anide algo perverso. Nunca lamento alguno de mis
amantes haberlo sido. Ellos y ellas me agradecen haberlos instruido en las
refinadas combinaciones de lo horrible y el deseo para causar placer. Conmigo
aprendieron que todo es y puede ser erógeno y que, asociada al amor, la
función orgánica mas vil, incluidas aquellas del bajo vientre, se espiritualiza y
ennoblece. La danza de los gerundios que conmigo bailan –eructando,
orinando, defecando– los acompaña después como un melancólico recuerdo de
los tiempos idos, ese descenso a la mugre (algo que a todos tienta y que tan
pocos osan emprender) que hicieron en mi compañía. Mi mayor fuente de
orgullo es mi boca. No es verdad que este abierta de par en par porque aúllo
de desesperación. La tengo así para mostrar mis blancos y filudos dientes. .No
los envidiaría cualquiera? Apenas si me faltan dos o tres. Los demás se
conservan firmes y carniceros. Si es necesario, trituran piedras. Pero prefieren
cebarse sobre pechugas y nalgas de terneras, incrustarse en tetillas y muslos
de gallinas y capones o gargantas de pajaríllos. Comer carne es una
prerrogativa de los dioses. No soy desdichado ni quiero que me compadezcan.
Soy como soy y eso me basta. Saber que otros están peor es un gran consuelo,
por supuesto. Es posible que Dios exista, pero eso, a estas alturas de la
historia, con todo lo que nos ha pasado .tiene alguna importancia? .Que el
mundo acaso pudo ser mejor de lo que es? Si, acaso, pero .para que
preguntárselo? He sobrevivido y, a pesar de las apariencias, formo parte de la raza humana.
 Mirame bien, amor mio. Reconóceme, reconócete.

Etiquetas: ,