Hiede La Televisión
Esta frase extraída de la canción "Que desilusión" que publicó en gran Rosendo Mercado con su grupo Leño en 1981, nunca ha perdido actualidad, mas al contrario, los atentados de "la caja tonta", a la que, con las nuevas tecnologías se la podría rebautizar como "la lámina tonta", contra el buen gusto y la inteligencia de los televidentes ha crecido exponencialmente con el paso de los años.
Creo mas que evidente la perdida de calidad de los contenidos, con la hegemonía absoluta de la telebasura en forma de realities, programas de cotilleo y teleseriales lacrimógenos al mas puro estilo de los que ponían en la radio de los años 50. A nivel informativo, las cadenas televisivas no son mas que correas de trasmisión, el altavoz de aquellos grupos de poder que las creó y pagan sus facturas, por desgracia esto también cuenta para las cadenas públicas que todos pagamos. Con tal panorama solo algunas películas y series de las consideradas "frikis", hace que merezca la pena sostener el mando a distancia y pulsar el botón rojo.
Lamentablemente tengo muy asumido este estado de cosas, sostenido en parte por la misma sociedad, al fin y al cabo las emisoras programan lo que la gente quiere ver. Sin embargo no es esto lo que en esta ocasión me subleva el espíritu. Lo que en ahora me anima a escribir otra entrada en mi errático blog es el tratamiento de la publicidad, es decir, los anuncios. Siempre me han parecido un soberano coñazo. Salvando algunas joyas, la mayoría tienen planteamientos absolutamente estúpidos. Los supuestamente divertidos yo nos les veo maldita la gracia, pero mucho peores son aquellos que tratan de convencerte de comprar alguna cosa, que seguramente no necesitas, dándote coba, alagándote y tratando de convencerte de que un ser humano tan maravilloso como tú no puede prescindir del último modelo de coche o de un exclusivo perfume. Pero ha sido así toda la vida y debe de funcionar, cuando las empresas se gastan millonadas en campañas de este tipo, tampoco es esto lo que me hace ahora montar en cólera.
Antiguamente nos quejabamos de los largos cortes de publicidad, pero al menos nos daban tiempo de ir al baño y/o prepararnos un bocata, pero ahora la cosa ha llegado a límites irreales. Para que me podáis comprender voy a relatar lo que me ha ocurrido esta mañana, no es nada extraodinario pero sí ilustrativo de lo que trato de decir. Tras levantarme, dar de comer al gato y prepararme le desayuno, hoy es domingo y no tengo que ir al trabajo, he puesto la tele en busca de casi el único espacio que conozco que programa música (esta es otra pérdida de la televisión moderna), tras una buena ración anuncios logro ver el final de la canción "Acuarius" de la película "Hair" y un pedazo de la escena donde se canta "Good Morning" en "Bailando bajo la lluvia". Tras una pequeña intervención del presentador de programa, vuelven a cortar el mismo para dar paso a otro corte publicitario. Para entonces ya me había acabado el café y el donnut (y mira que me me tomo mi tiempo) y decidí apagar el aparato. En total creo que en aproximadamente 15 minutos no conseguí ver mas de tres de contenido no publicitario. Para mas inri, la cadena que emitía le programa es pública.
Y esto no es un hecho aislado. Es practica usual no esperar al final de una escena, ni siquiera de una frase, para meter una cuña de mas de veinte minutos, y a continuación, tras menos de treinta segundos de película o serie (ni sisquiera da tiempo a terminar la escena cortada) vuelven a cortar con un grupo de anuncios tan largo como el anterior. Yo no sé si es que las generaciones posteriores a la mía tienen la memoria preparada para seguir así un argumento, pero yo soy absolutamente incapaz, y me privan de cualquier placer que pudiera estar obteniendo de mi rato te ver la tele.
Me resisto a creer que esto sea bueno para la economía de las televisiones, a mi por lo menos me da ganas de desenchufar el aparato de la red y de la antena, y de paso quitarla de en medio, por que las teles de ahora no sirven ni para poner encima la figurita Lladró o la muñeca vestida de gitana (eso va en gustos). Puestas así las cosas, a los mortales que no podemos dedicar parte de nuestro presupuesto a comprarnos la serie o película en dvd, blue ray o descarga digital, o acceder a una plataforma de pago, no nos queda mas recurso que "la mula" o "el torrente" para poder disfrutar de manera digna de la tele. O mejor, como digo desenchufarla y coger un libro.
Creo mas que evidente la perdida de calidad de los contenidos, con la hegemonía absoluta de la telebasura en forma de realities, programas de cotilleo y teleseriales lacrimógenos al mas puro estilo de los que ponían en la radio de los años 50. A nivel informativo, las cadenas televisivas no son mas que correas de trasmisión, el altavoz de aquellos grupos de poder que las creó y pagan sus facturas, por desgracia esto también cuenta para las cadenas públicas que todos pagamos. Con tal panorama solo algunas películas y series de las consideradas "frikis", hace que merezca la pena sostener el mando a distancia y pulsar el botón rojo.
Lamentablemente tengo muy asumido este estado de cosas, sostenido en parte por la misma sociedad, al fin y al cabo las emisoras programan lo que la gente quiere ver. Sin embargo no es esto lo que en esta ocasión me subleva el espíritu. Lo que en ahora me anima a escribir otra entrada en mi errático blog es el tratamiento de la publicidad, es decir, los anuncios. Siempre me han parecido un soberano coñazo. Salvando algunas joyas, la mayoría tienen planteamientos absolutamente estúpidos. Los supuestamente divertidos yo nos les veo maldita la gracia, pero mucho peores son aquellos que tratan de convencerte de comprar alguna cosa, que seguramente no necesitas, dándote coba, alagándote y tratando de convencerte de que un ser humano tan maravilloso como tú no puede prescindir del último modelo de coche o de un exclusivo perfume. Pero ha sido así toda la vida y debe de funcionar, cuando las empresas se gastan millonadas en campañas de este tipo, tampoco es esto lo que me hace ahora montar en cólera.
Antiguamente nos quejabamos de los largos cortes de publicidad, pero al menos nos daban tiempo de ir al baño y/o prepararnos un bocata, pero ahora la cosa ha llegado a límites irreales. Para que me podáis comprender voy a relatar lo que me ha ocurrido esta mañana, no es nada extraodinario pero sí ilustrativo de lo que trato de decir. Tras levantarme, dar de comer al gato y prepararme le desayuno, hoy es domingo y no tengo que ir al trabajo, he puesto la tele en busca de casi el único espacio que conozco que programa música (esta es otra pérdida de la televisión moderna), tras una buena ración anuncios logro ver el final de la canción "Acuarius" de la película "Hair" y un pedazo de la escena donde se canta "Good Morning" en "Bailando bajo la lluvia". Tras una pequeña intervención del presentador de programa, vuelven a cortar el mismo para dar paso a otro corte publicitario. Para entonces ya me había acabado el café y el donnut (y mira que me me tomo mi tiempo) y decidí apagar el aparato. En total creo que en aproximadamente 15 minutos no conseguí ver mas de tres de contenido no publicitario. Para mas inri, la cadena que emitía le programa es pública.
Y esto no es un hecho aislado. Es practica usual no esperar al final de una escena, ni siquiera de una frase, para meter una cuña de mas de veinte minutos, y a continuación, tras menos de treinta segundos de película o serie (ni sisquiera da tiempo a terminar la escena cortada) vuelven a cortar con un grupo de anuncios tan largo como el anterior. Yo no sé si es que las generaciones posteriores a la mía tienen la memoria preparada para seguir así un argumento, pero yo soy absolutamente incapaz, y me privan de cualquier placer que pudiera estar obteniendo de mi rato te ver la tele.
Me resisto a creer que esto sea bueno para la economía de las televisiones, a mi por lo menos me da ganas de desenchufar el aparato de la red y de la antena, y de paso quitarla de en medio, por que las teles de ahora no sirven ni para poner encima la figurita Lladró o la muñeca vestida de gitana (eso va en gustos). Puestas así las cosas, a los mortales que no podemos dedicar parte de nuestro presupuesto a comprarnos la serie o película en dvd, blue ray o descarga digital, o acceder a una plataforma de pago, no nos queda mas recurso que "la mula" o "el torrente" para poder disfrutar de manera digna de la tele. O mejor, como digo desenchufarla y coger un libro.